Jesús nos prometió que nos enviaría el Espíritu Santo y estableció una serie de momentos en los que, de una manera especial, concreta y real, lo recibiríamos. Son los sacramentos que se basan en los signos que nos hacen patente la presencia del Espíritu (agua, oleo, pan, vino). Para poderlos vivir es necesario tener fe, pero ellos nos la aumentan, la fortalecen y la expresan, de esta manera los sacramentos, junto a la oración, son el alimento del cristiano. Desde ellos Cristo nos da su amor y nos capacita para amar, haciéndonos participar en la salvación y dándonos su gracia..