No hace mucho, y aún quedan quienes van así por la vida, se pensaba que lo de ser cristiano afectaba a la manera de ser, pero como era algo espontáneo no se ponía gran interés en “serlo” siempre. ¿Cómo ha de vivir un cristiano cada día? ¿Se puede ser sólo en algunos momentos?
Lo cierto es que el cristiano debe vivir su fe en todo momento, con humildad, con sencillez, con misericordia y amor, con fe y confianza, abandonándose en él. Cuando Cristo se sitúa en el centro de la propia vida se vive con una alegría profunda y la visión del derredor es mucho más serena y sobrenatural. El Señor nos llama a todos porque a todos nos invita a amar, a todos nos llama a ser santos, sea el que sea el sitio donde uno esté. Su mensaje nos lleva al actuar en la forja del futuro de la sociedad.