Hay quienes creen que uno decide ser cristiano, porque le atrae, porque les es vistoso, por ve a saber qué motivos, y ya tiene toda la faena hecha. La realidad es bien distinta. Con frecuencia se ignora que todo cuanto tiene que ver con la vida está relacionado con la superación, la profundización, la renuncia, el ir mejorando imperceptiblemente para acercarse, muy poco a poco a la perfección de como uno había pensado ser.
Intentar ser como Cristo nos enseñó está en esta línea y requiere de la voluntad, del esfuerzo, del aceptarse a uno mismo y tener muy clara la meta a la que uno quiere llegar, renunciando a todo lo que nos separe de Cristo que es el camino, la verdad y la vida, y aceptando la voluntad de Dios que puede llevarnos por donde no habíamos ni imaginado. Nada más lejos de los automatismos, más bien se trata de austeridad, humildad, fe, esperanza y amor.