Lo primero que hay que clarificar es que Cáritas y la Iglesia son lo mismo.
En torno al 65% del dinero de Cáritas procede, de un modo u otro, de la Iglesia, por las colectas que se realizan en las parroquias, los donativos, las suscripciones, etc.
El dinero que se recibe desde la Iglesia aparece en la Memoria Económica de Cáritas como “Fondos Privados” para diferenciarlos de los “Fondos públicos”.
Además, con Cáritas ofrecemos proyectos concretos reconocidos por el Estado y que contribuyen al bien de la sociedad. De la X de «Fines sociales» solo le llegan a Cáritas los proyectos que presenta.
La estructura general de Cáritas y las atenciones parroquiales salen exclusivamente de los bolsillos de los católicos y de gente de buena voluntad que colabora con la Iglesia.
Los voluntarios de Cáritas son, en su gran mayoría, cristianos que viven su fe a través de la caridad y de forma completamente gratuita.
Gracias a su colaboración, y a la de otras muchas personas, se beneficiaron más de 5.000.000 de personas. Además, gran parte de la actividad de Cáritas la desarrollamos desde los salones parroquiales y en la vida misma de cada parroquia.
Por otro lado, la Conferencia Episcopal Española «es una institución permanente integrada por los Obispos de España, en comunión con el Romano Pontífice, para el ejercicio conjunto de algunas funciones pastorales del Episcopado Español» (Estatutos, Art 1,1).
Esto no quiere decir que sea una “gran diócesis” que abarque a las demás porque cada diócesis tiene su autonomía, con economía independiente.
La asignación de la casilla de la Iglesia católica la recibe Cáritas de dos formas: por la asignación directa que la Conferencia Episcopal destina, y que ha ido aumentando progresivamente en estos últimos años, superando en 2014 los 6 millones de euros; por otro lado, porque, desde la Conferencia Episcopal se reparte el dinero por cada una de las diócesis españolas, y cada diócesis también da directamente recursos económicos a sus Cáritas diocesanas.
En resumen, Cáritas es una labor de la Iglesia y no se puede decir que la Iglesia le dé más o menos dinero.