La proyección social del matrimonio tiene un alcance insospechable porque se trata de la repercusión que tienen sus actos en la sociedad, aquellos directos que hacen como fruto de su profesión, sus aficiones, su entrega a ayudar o colaborar en cualquier causa, entidad,… y los que indirectamente tienen su origen en ellos pero que se regeneran por los que fueron los primeros receptores, de manera que, insospechadamente, los efectos pueden aparecer a distancia, en otros ámbitos diferentes a aquellos en los que se habían originado,… y en momentos también distintos.
Todo el bien que pueda hacer el matrimonio es un bien que repercute en la sociedad. El amor, y la entrega que posibilita, generan bienestar y buen rollo en ese entorno.
Es urgente expandir la civilización del amor y hacer que cambie nuestra forma de vivir. Hacerlo ayudará a que el Reino de Dios esté cada vez más entre nosotros; Reino de amor, de justicia, de verdad, de paz y de vida.