Así comenzaba un villancico que cantaba Rosana ya hace unos cuantos años. Un pegadizo estribillo junto a fragmentos de otros villancicos populares.
Y es que la Navidad tiene resonancias de villancico, resonancias de cantos y alegría porque Dios en Navidad, Dios se hace Navidad. Dios no se deja ganar en alegría, en gozo y en compartir. Dios se hace carne, se hace hombre, se hace presencia, se hace uno de nosotros. ¡qué alegría la del hombre que descubre a Dios en medio de la humanidad!
Es necesario cantar para alegrar el corazón en estos tiempos en los que la sonrisa parece que se desdibuja y no somos capaces de mirar a los ojos de los otros, no sea que veamos en la profundidad de ellos el abismo de la soledad o de la pobreza o de tantos males como afligen a nuestros contemporáneos.
Es necesario alegrarse para poder contagiar vida alrededor, para expandir entusiasmo y ser capaces de sacar a la superficie lo que acontece en lo más íntimo, que es que Dios mismo se hace Vida en nuestro acontecer, en el camino, en la realidad de nuestro mundo, nuestros mundos, plurales y diversos; distantes, aunque estén interconectados.
Es necesario encarnarse, hacerse hombre, a la forma como Dios se hace hombre para aprender a ser hombres y compartir con esta humanidad a la manera de Jesús, a la manera que él inaugura. Ser hombre es vivir la vida, compartir la vida, entusiasmarse por la vida, no dejar que los días pierdan su amanecer, ni la belleza de una caída del sol, su perspectiva y su horizonte.
Tantas cosas necesarias, y una sola importante, como señala el Maestro a la hacendosa Marta: descubrir la presencia de Dios en medio de tu casa, en medio de tu hogar, y no perder la perspectiva de sentarte junto a él, para escucharle, para sentir la hondura de sus palabras, el latido de su vida, y el gozo de compartir. En Navidad.
Navidad es compartir, porque Dios ha compartido con nosotros. Y viene a tu casa y a la mía y es tu huésped y el mío. Y es amigo que llega y al que se acoge. Y compartes con el que es vecino de casa y con el que viene de lejos, con el que te saludas todos los días, y con aquel que saludas porque es navidad, y no te puedes guardar en el pecho esa palabra. En Navidad.
Navidad es mirar sorprendido un pesebre, con los ojos de un niño, boquiabierto por ver aquel tan chiquito entre un buey y una mula. Navidad es poesía, porque hay que poner melodías y ritmo a las cosas importantes; y es canción y es música, como la de los ángeles en el cielo que anuncian a los pastores. En Navidad.
Hay tantas resonancias en la Navidad para nosotros los cristianos. Que nos basta solo con poner el belén, abrir los ojos y contemplar la Palabra en medio de nosotros para salir ahí fuera a gritar a los cuatro vientos que todo es nuevo, porque Dios ha compartido la vida con nosotros. En Navidad. Que esta Navidad, sea Navidad. Que no pares de cantar, de mirar a los ojos de los que están a tu lado, que abras las puertas de tu casa y quites las barreras de tu corazón para acoger al que viene, al que llega hasta ti, y para que puedas acercarte, a pie descalzo y humilde hasta el que contigo está. En Navidad